Una experiencia en la Vía Ferrata
Para llegar a las faldas del Pico Independencia, Mariana emprendió una caminata por un sendero de tierra suelta. Fueron cuarenta y cinco minutos en los que pensó que la Vía Ferrata no tendría algo más extremo. Pero llegó a una línea de sogas. Escaló diez minutos, sosteniéndose de las cuerdas que lanzaban los guías. No supo en qué momento había ascendido casi trescientos metros.
Pasaron tres horas para que lograra alcanzar el Pico Independencia, el más grande reto físico de su vida. Los guías ya le habían advertido que en la Vía Ferrata nadie se puede arrepentir, ni mucho menos regresar: “todo lo que inicias lo debes terminar en tiempo y forma”. Para la segunda parte, el vértigo se apoderó de Mariana, estaba a 250 metros de altura y no había dónde sujetarse.
Caminar era lo más viable. Paso a pasito, estiró los brazos como si fueran las alas de un águila. Al alcanzar una roca, subió a unos escalones de metal empotradas en la montaña. Fueron cincuenta metros los que tuvo que ascender para encontrar un camino de grapas. No miraba hacia abajo, echaba la vista a un lado. Mariana ya no tenía vértigo.
Le colocaron las poleas para lanzarse a setecientos metros de altura. Voló por los cielos. Para no quedarse colgada a medio camino, debía de llevar el cuerpo en posición fetal para que la velocidad fuera constante, de lo contrario tendría que jalar con las manos el cable para avanzar. ¡Se acerca el final! gritaron los guías. Una sonrisa se pintó en su rostro.
Tras pasar dos rapeles de 35 y 40 metros cada uno, Mariana pisó tierra firme. Llegó con las piernas temblando, pero con la satisfacción de terminar la ruta y de haber descubierto habilidades que ella no hubiera conocido de no haber visitado la Vía Ferrata.
Cañonismo
En el municipio de Allende, a dos horas de la capital regia, se encuentra el Cañón de Hormigas. Un traje de neopreno, casco y chaleco salvavidas son todo lo que necesitas para descender por las cuerdas de sus cuatro cascadas.
Abajo, el agua de un remanso roza tus tobillos mientras avanzas una brecha de dos kilómetros para llegar al rapel de veintitrés metros de altura. Un sendero de encinos, pinos, magueyes y matorrales te guían hacia tres toboganes naturales que conectan a otra poza de dos metros de profundidad.
Bicicleta de montaña
En el Parque Ecológico Chipinque, en San Pedro Garza García, te encontrarás con once rutas clasificadas en niveles de dificultad y distancias. La ruta más corta, la brecha El Empalme, cuenta con 346 metros entre subidas y bajadas donde los principiantes podrán encontrar gran parte de la fauna local.
Por otra parte, considerada como la favorita de los expertos en el ciclismo de montaña, la vereda de Don Toño cuenta con dos kilómetros de longitud y caminos llenos de obstáculos. Por estos terrenos se pasean osos negros y pumas. Debes enviar la solicitud de permiso, para que el parque te asigne un número: www.chipinque.org.mx
Vuelo en helicóptero
Las hélices toman tal fuerza que el ruido impide escuchar a alguien a menos de un metro de distancia.El vuelo se realiza en las primeras horas de la mañana, por lo que observamos cómo el cielo se pinta de colores y el sol deja caer sus rayos.
Después de media hora, los pasajeros suben a las canastillas. Éstas vuelan por las montañas de Arteaga y, si las condiciones climatológicas lo permiten, ascenderán a tres mil metros, justo donde las nubes quedan debajo del globo.
Con información e imágenes de El Universal